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"-¿Qué pasa?
-Nada. (Después de una larga pausa) Mi colega Elio Carpi tiene que dejar la enseñanza por las nuevas disposiciones. Hoy se ha despedido de todos y nos ha dicho: "A los 50 años me entero de que no soy italiano." Le hemos dicho que nos dolía separarnos de él. Yo le he regalado una edición de "La Ilíada" de 1815.
-Ah...
-¿Por qué dices "ah"?¿"Ah" qué?
-¿Qué quieres que te diga?
-Tú sabrás. ¿Por qué me preguntas lo que tienes que decir? ¿No tienes ideas tú? ¿No tienes opinión personal? ¿Son los demás los que deben decirte lo que tienes que decir o qué? O sino, haz como siempre: limítate a decir lo que dicen los periódicos. Dicen que todo va bien, que es oportuno, conveniente, estable, noble, patriótico, heroico, atrevido, fatal, ineluctable, indefendible, ineludible ¡imperialista!
-¿Te enfadas conmigo?
-No, no... ¿Tendría que haber ido a protestar a la Piazza Venezia donde no he ido en la vida? ¿Tendría que dejar el trabajo por solidaridad? ¿Y luego qué? Te traería a la familia aquí para que te ocuparas de ellos como si no lo hicieras ya bastante.
-¡No hago nada!
-Calla, calla... María me ha dicho que te has hecho cargo de la hipoteca. ¡Ya está! Ya ha salido la familia, la coartada perfecta de los italianos, ¡no falla! ¡Válida para todas las ocasiones! Ya lo he dicho, ¿estás contento?
-Te lo haces solo. Tú te lo guisas y tú te lo comes.
-Oh sí. Tú en cambio cantas en el coro de los callados. Cuando te obligaron a inscribirte en el partido para renovar la licencia no dijiste nada, ¡ya te iba bien! O cuando colgaron aquello de "Aquí no se habla de política." ¡Claro, hablemos de deporte! O cuando se abolió el apretón de manos. ¡Mejor, mucho mejor! Porque darse la mano no es higiénico, propaga las enfermedades, los microbios, la tuberculosis, el tifus, ¡la fraternidad! Sí, la fraternidad. No es ninguna broma, ¡sí, la fraternidad! La fraternidad entre camaradas está prohibida ¡y punto!. Escucha lo que te digo: Tú y yo no somos hermanos, somos camaradas.
-El otro día me enviaste a la mierda. Ahora yo te envío a la mierda.
-¡De acuerdo! ¡De acuerdo!
-Tal vez tengas razón. Mira, yo ya no sé que pensar...
-Eso ocurre Umberto, ocurre... Yo tampoco sé que pensar. Ya lo has visto."
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Umberto charlando con su hermano, el profesor Angelo, sobre la nueva ola de italianidad de la Italia de Mussolini.
(Diego Abatantuono y Gérard Depardieu en Competencia Desleal (2001) de Ettore Scola)
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